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  • María Casares Psicología
  • María Jesús Casares

Sentir miedo, no es tan malo como nos lo han hecho creer.

  • mjcpsicologiapty
  • 7 sept 2022
  • 3 Min. de lectura

Hablemos un poco sobre la emoción del miedo. El miedo es una de las emociones básicas del ser humano, que junto con, la alegría, tristeza, asco, enojo y sorpresa, cumple una función adaptativa para nuestra vida.


La función adaptativa del miedo, es la de ponernos alerta ante un peligro real o imaginario. En términos de funcionalidad, en nuestra vida diaria, nos ayuda a ser precavidos ante situaciones nuevas o que no lo son tanto, y a ponernos en acción, pero, con cautela.


Vivimos en un mundo de "valientes"


Hoy en día, parece que vivimos en un mundo de valientes; donde los mejores son los que se atreven, y sentir miedo, es sinónimo de ser un perdedor. Las redes sociales y medios de comunicación ayudan, en gran medida, a confirmar esta idea.

Tanta información de este tipo, puede llevar a las personas a paralizarse ante la mínima señal de miedo; creyendo que hay algo malo en ellos por sentirlo.


Nada más lejos de la realidad, sentir miedo es natural para el ser humano, sentir miedo “nos hace humanos”. Lo raro es no sentirlo, y como te comenté más arriba, el miedo nos protege, ayudándonos a actuar con cautela.


Debemos normalizar el miedo, no reprimirlo. Sino sentimos miedo ante un cambio grande en nuestra vida, ante una nueva, o ya conocida situación, es porque lo estamos reprimiendo. Entonces, esa emoción reprimida necesitará salir de nuestro cuerpo de otra forma: por medio de síntomas de ansiedad, dolores de cabeza, incluso, una fobia u otros síntomas psicosomáticos.


Otra manera de reprimir nuestro miedo, es cuando evitamos o huímos de la situación que lo produce. El no querer enfrentarte a una situación que te causa miedo, no lo va a mejorar, por el contrario, lo intensificará. Ese miedo quedará “guardado” y se irá acumulado, y haciéndose más grande, cada vez, que esa situación que temas enfrentar, se repita. La mejor forma de superar el miedo, es enfrentándolo.


Te aseguro que las personas que más admiras por sus capacidades y logros, las que crees más valientes; se han tenido que enfrentar a sus miedos más grandes, para llegar a donde están ahora.


Debemos aprender a convivir con la emoción del miedo, ya que es parte de nuestra vida. Siempre estará presente, en diversas situaciones de tu vida diaria: cuando inicias en un nuevo trabajo, te mudas de país, terminas una relación de pareja, o simplemente, tienes una cita importante. El miedo estará ahí ayudando a que te prepares para ellas.

Esta emoción nos acompaña no sólo en situaciones negativas, también en muchas cosas positivas que nos suceden, y si lo reprimimos, no las viviremos de la misma forma.


Normalicemos el miedo, sintámoslo y cuando se vuelva muy incómodo, cuestiónalo. Pregúntate: ¿de dónde viene este miedo? ¿tengo razones reales para pensar, que esto que temo vaya a suceder? ¿cuestiona si tus pensamientos son reales o vienen condicionados por tus vivencias pasadas



Pero, ¿qué pasa cuando el miedo nos desborda y paraliza?


En casos más extremos, puede suceder que llegues a un punto en el que miedo te paralice; que no puedas ni sepas cómo manejarlo.

Que por más que intentes poner en práctica todo lo que yo he contado aquí, a ti ese miedo ya te haya sobrepasado y cuando lo comienzas a percibir, te paralizas y no actúas.

En este momento, el miedo ha dejando de ser funcional en tu vida, para convertirse en algo que está afectando tu día a día.


Si has llegado a esta situación, te aconsejo buscar la ayuda de un profesional de la salud mental, con el que puedas trabajar en el origen de tus miedos. Que puedas controlarlo, y no, que el te controle a ti.


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